Muy pocas personas, o tal vez ninguna, nos contradecirían si afirmamos que la responsabilidad de un padre o madre de familia y de cada docente o adulto significativo, es contribuir al desarrollo máximo de las capacidades del niño y de la niña, y acompañarlos amorosamente en su proceso vital.
Normalmente, ambas se desarrollan de manera simultánea en él bebe, ya que muchas de las acciones musculares que realiza nuestro cuerpo requiere el esfuerzo combinado de los grandes y pequeños grupos musculares.
La motricidad es un elemento más que forma parte de la educación, ya que aporta numerosos beneficios en los más jóvenes tanto en la etapa primaria como secundaria.
La motricidad es un concepto que apenas comienza a tomar forma, pues desde las perspectivas mas convencionales devenidas de las influencias biologistas y psicologistas, se refiere a la capacidad de movimiento fisiológico e incluso orgánico que se asocia con lo motriz o fuerza impulsora de algo.
La motricidad es la capacidad que el cuerpo posee para realizar movimientos. Los movimientos surgen como resultado de las contracciones y desplazamientos musculares, algo en lo que también influye el equilibrio.
La motricidad se refiere a la capacidad de controlar los movimientos del cuerpo. En ella, intervienen todos los sistemas de nuestro cuerpo y va más allá de la realización de movimientos y gestos. Incluye además la espontaneidad, la creatividad, etc.
Hablamos de la motricidad que permite al niño o la niña hacer movimientos pequeños y muy precisos, especialmente relacionados con las extremidades superiores (brazos, manos y dedos), y en los que es fundamental la coordinación óculo-manual.
Se trata de un juego de imitación de animales que hace que tu hijo mueva su cuerpo de diversas maneras. Demuestra a tu hijo cada movimiento y luego invítalo a intentarlo.
Para los niños que les encantan los insectos este juego es divertidísimo, aparte de estimular su motricidad fina con las pinzas que incluye el juego, podrán también reforzar conteo y colores!
El agarre en pinza (la coordinación de los dedos pulgar e índice para realizar una tarea) es una pieza crucial para el desarrollo de la motricidad fina.
