Para el ojo inexperto, el juego puede parecer sin rumbo, repetitivo, salvaje o tonto. Pero el juego puede ofrecer una ventana a la mente en desarrollo. Piaget vio ciertos tipos de juegos como hitos, señales de que un niño había alcanzado una nueva etapa de desarrollo.
Ahora puede estar pensando: ¿un psicólogo cobra dinero a los padres por jugar con los niños? De hecho, alguien me dijo esto una vez, nada menos que un colega psicólogo (obviamente no trabajaba con niños, gracias a Dios. Incluso si toda nuestra sesión son juegos, hablamos mientras jugamos.
La terapia infantil, a veces llamada psicoterapia o «terapia de conversación», es un tipo de tratamiento psiquiátrico que se usa para ayudar a los niños a comprender y manejar sus sentimientos, cambiar su comportamiento, comunicarse de manera más efectiva y desarrollar resiliencia.
Cuando los niños se enfrentan a problemas emocionales complejos, a menudo aparece en sus juegos. Darles a los niños espacio para jugar les permite trabajar con sentimientos como el dolor, el miedo o la pérdida mientras aún pueden actuar como niños.
Lo que todos estos juegos tienen en común es que hay reglas básicas establecidas pero que los niños son libres de hacer lo que quieran dentro de esas reglas. Ver a los niños jugar estos juegos muestra que hay innumerables variaciones de diferentes formas en que se pueden jugar, incluso si se siguen todas las reglas.
Es imposible hablar del ser humano sin hablar de juego. Así lo define ya Huizinga en su libro Homo Ludens (El Hombre que juega), definiendo la humanidad como la persona que juega, la persona abierta al misterio y a la belleza. Sin duda mucho más sugerente que el homo faber, el hombre que hace o el homo sapiens, el hombre que piensa.
